martes, 22 de enero de 2019

La verdad sobre Dios


   
La Biblia presenta una revelación progresiva sobre Dios de acuerdo a la época en que los escritos iban apareciendo.

   No es que Dios haya cambiado, sino más bien, la capacidad y patrones mentales humanos para poder asimilar ese conocimiento Divino. Esto es semejante a la educación de un pequeño. A un niño no le puedes explicar el universo de acuerdo a la complejidad de la ciencia adulta. Lo haces mediante símbolos o juguetes hasta que gradualmente llegue a la madurez. Inicialmente quizás le hables del Sol o la Tierra con una naranja, pelotas plásticas (en escalas totalmente irreales) y posteriormente se lo expliques con libros de texto más complejos o programas de computadora que expliquen la verdadera escala de los astros. El universo en su realidad no cambia, pero si nuestro entendimiento sobre él se incrementa.

  Algunos grupos enseñan que el concepto Dios presentado en las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento) es exactamente el mismo (en conceptos) dados en las Escrituras Griegas Cristianas (Nuevo Testamento), pero si eso fuese así no habría sido necesaria la presentación de más escritos e incluso la aparición de Jesús de Nazaret como Maestro para hacer una ampliación sobre el entendimiento del Padre.

   En la Biblia vamos notando una evolución sobre como Dios se presenta, primero un Dios protector del pueblo y cultura de Israel, se vuelve el Padre de la Nación, para luego comenzar a ser ampliado en los Salmos, los Escritos de los Profetas, hasta finalmente ser embellecido y engrandecido mediante las enseñanzas de Jesús de Nazaret y las cartas cristianas. Es así como finalmente el Dios Todopoderoso ya no es simplemente el único Dios Verdadero de los días de Moisés o el padre de Israel en la época de los profetas. Mediante Jesús Dios se vuelve nuestro Padre y amigo personal.

   Pero, ¿existe realmente Dios? ¿Es solo un concepto para explicar el misterio del universo? ¿Quién es Dios? Tenemos abundante evidencia de un Gran Diseñador, una Inteligencia creativa inmensa que ha diseñado el Universo y la vida. Hasta científicos observadores y reflexivos como Isaac Newton y Albert Einstein reconocieron esa realidad. # Y en el futuro todas las ciencias darán reconocimiento a ese hecho. 

Al respecto el Salmo 104: 24 nos dice:

   “¡Cuántas son tus obras, oh Dios! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones”.

    Los hombres han tenido miles de dioses creados por su imaginación, pero solo existe un Dios verdadero y real. Puesto que Él creó todo lo que hay en el cielo y en la Tierra, y ya que nos dio la vida, es el único que merece nuestra adoración. (Véase 1 Corintios 8:5, 6; Revelación [Apocalipsis] 4:11.)

     Dios no tiene forma humana. Sin embargo, Dios es una personalidad real, y para el universo de universos él es la Primera Fuente y Centro de la realidad eterna. Dios no es ni semejante al hombre ni a la máquina. El Padre Primero es espíritu universal, verdad eterna, realidad infinita, y personalidad paterna. Por lo tanto, Dios es una Persona Real, de características inmensas, más grandes y gigantescas que todo el universo. Esto lo declaró el sabio Rey Salomón:

    “¿Verdaderamente morará Dios con la humanidad sobre la tierra? ¡Mira! El cielo, sí, el cielo de los cielos mismos, no puede contenerte” - 2 Crónicas 6:18

    Cuando Salomón dijo que ni siquiera el cielo de los cielos podía contener al Dios para el cual había construido un templo, dijo la verdad científica. Nuestra Tierra es una parte diminuta de un universo cuyos límites los científicos no pueden alcanzar ni llegar a ver ni siquiera con los más poderosos telescopios de hoy día. Aun así, este universo que todavía no ha sido medido no puede contener al Dios verdadero. No puede restringirlo o confinarlo. Lo que ya existe del universo actual, visto y no visto, puede ser sobrepasado por el Dios verdadero. Dios es mucho más grande e inmenso que el universo. En Isaías se nos dice que para Dios el inmenso universo es  “justamente como una gasa fina” (Isaías 40:22) que el extiende y sobrepasa. Él incluso puede ir más allá del universo y crear más cosas para engrandecerlo, más allá de sus límites existentes, afuera hacia el espacio sin fin. ¿Qué significa esto?
   
Significa que ni el tiempo ni el espacio limitan a Dios. Su vida en los tiempos del pasado no tiene límite. La duración de su vida en el futuro es ilimitada. A este Ilimitado el más prominente legislador de los tiempos de antes del cristianismo, Moisés, dijo: “Aun desde tiempo indefinido hasta tiempo indefinido tú eres Dios.” (Salmo 90:2) Dios, por lo tanto, no fue creado, no tiene principio ni fin. Puede que nos cueste entender este concepto, pero podríamos ilustrarlo con un círculo que no tiene principio ni fin. 

    Este Dios vive hasta el tiempo sin fin, para seguir produciendo y creando más allá del universo actual, dándole expansión. Esto significa que es el depósito sin fondo de toda la energía. Todas las cosas del universo son agrupaciones de partículas de energía que ha procedido de él. Estas han sido juntadas en masas grandes y pequeñas. Albert Einstein, científico del siglo veinte, dio con esta fórmula para ello: la energía es igual a la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz (o: E=mc2). Poco debe extrañar, pues, que a esta Fuente de toda la energía nada le sea imposible.

   Dios al crear a los seres inteligentes se ha transformado en un Padre. El es el Padre Universal. El es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y todos los seres. Pensemos primero en Dios como Creador, luego, como Estabilizador, y finalmente, como Apoyo Infinito.

     Ciertamente estas reflexiones deben hacernos sentir seguros y confiados ya que si el Creador puede sostener las inmensas galaxias, ¿acaso no podrá ayudarnos en las luchas diarias de la vida? Nuestra admiración, confianza, seguridad y amor a nuestro Hacedor deben incrementarse.

     Para vivir y experimentar su realidad, la Biblia nos invita a realizar éste ejercicio:

    “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna [de ellas] falta” – Isaías 40:26.

    Podemos tratar de conectar con Dios al levantar los ojos a lo alto, y también extender nuestras “palmas de las manos a los cielos” tal como lo hizo Salomón y Esdras (1Reyes 8:22; Esdras 9:5) y sentir como nos cumbre su Amor y Grandeza. Entonces entendemos que no hay nada que temer, no existe ningún poder que sea tan inmenso y gigantesco como el de Dios.

    Pero no es necesaria una postura especial para orar a Dios cada vez que deseemos conectar con él.  Cuando oramos a Dios, debemos hablarle desde el corazón. No debemos recitar nuestras oraciones de memoria ni leerlas de un devocionario. (Mateo 6:7, 8.) Podemos orar en cualquier posición respetuosa, en cualquier momento y en cualquier lugar. Dios oye hasta las oraciones que hacemos en silencio, en nuestro corazón. (1 Samuel 1:12, 13.) Pero es mucho mejor que hagamos nuestras oraciones personales en un lugar tranquilo y aislado de otras personas. Así logramos una mayor comunión con Dios (Marcos 1:35.)
    
¿Cuál es el Nombre de Dios? Algunos han sugerido la forma Yavé o la expresión medieval Jehová. Sin embargo, lo cierto es que en hebreo solo aparecen estas consonantes: YHWH.  Es interesante que los nombres en la Biblia fueran más que la designación de una palabra, marca o logotipo. En realidad se relacionan con el tipo de persona tras el nombre. El nombre es más bien el significado de esas palabras, las características de la misma persona. Así, por ejemplo, notemos los significados de Esaú y Jacob:

      “Entonces salió el primero, rojo por todas partes como un vestido oficial de pelo; así que lo llamaron por nombre Esaú.  Y después salió su hermano, y con la mano tenía asido el talón de Esaú; de modo que él lo llamó por nombre Jacob”. – Génesis 25:25,26

     El sonido Esaú significa “velludo” y la expresión Jacob “asirse del talón”.

    Las letras YHWH significan “Yo resultaré Ser” o “Yo soy el que Soy”, o "El que trae a la existencia" (Llegar a ser). Por lo tanto, el llamado Nombre de Dios más que describir una palabra, nos está hablando de comprender su naturaleza, aquella de ese magnífico Creador que cumple sus propósitos y es el Único Ser totalmente autoexistente, que jamás ha sido creado, tal como analizamos antes. Además trae a la existencia o causa lo que se propone. Esto tiene un significado vital o profundo en nosotros, ya que realmente nos ha producido o causado siendo nuestro Padre. Su nombre se relaciona con su cualidad de la Paternidad. Es por esa razón que la expresión preferida de Jesús para referirse a Dios era PADRE.

   Además, honramos su nombre en sentido verdadero cuando en nuestra vida hacemos su voluntad y vivimos de acuerdo a su propósito. Esto es mucho más que pronunciar una palabra ya que no sirve de nada pronunciar un nombre sagrado si no honramos su significado en nuestra vida personal (Compárese con Mateo 7:21-23).

     Podemos tener comunión verdadera con Dios al experimentar su naturaleza. El desea establecer con nosotros una relación valiosa por toda la eternidad, y en los capítulos siguientes se continuará analizando como podemos establecer esa asociación con nuestro Hacedor.

      Preguntas del capítulo: ¿Cómo describiría usted a Dios? ¿Cómo influye percibir este asunto en su vida personal? ¿Cómo podemos hablar con Dios? ¿Qué significa realmente el Nombre de Dios?

# Nota:
Isaac Newton en su obra Principia declaró: «Este bellísimo sistema del sol, los planetas y los cometas solo podría proceder del consejo y el dominio de un Ser inteligente y  poderoso»

Albert Einstein en una carta a una niña llamada Phyillis le dijo: “Cualquier persona que esté seriamente involucrada en la búsqueda de la Ciencia acaba convenciéndose de que algún tipo de Espíritu se hace manifiesto en las leyes del Universo, uno que es enormemente superior al espíritu del hombre. En este sentido, la búsqueda de la Ciencia lleva a un sentimiento religioso de un tipo especial”.